SUSCRIPCIÓN Lugo: 1 peseta al mes. í'Wa: 4 ¡d. trimeslre psga das anticipadamenle. "Jubü, PuerloRico y Filipinas, 12 ANUNCIOS A precios convencionales según espacio é inserciones. Comunicados, b real la linea. Oficinas: San Marcos, üiARiO ILUSTRADO' DiS .LUGO. AÑO W , "' " ' Jueves 6 de 'Enero diá 189^ ' NÚM. 9.854 ^CTOUESESPAKOiifiS MARIANO DE LARRA Nieto dol iaoortai Mariano José de Larra (Fl'jaro) é hijo Ue D. Luis Mariano, el [i.jijular autor do Li oractótt (ida t'trtle, ¡ms corozontt de oto y otras obras sierapnj aplaudidas y quo fueron la admiraciúa da iiUüstrus pa-.lnis, qna uo C'íiic>j!>Íaa uu mas al:á eu lo tjao a la literatura dramática so retiere. Mariano du Larra, [iu>'.3tro biograSady, ei á la voz actor y auWr, y es joven, muy joven, puesuo liace muchu tiutnp'j auu que puetecxc¡auiarcjuel poeta: ¡Muldifot tremía años funesta edad de aimrgos desengaños! Comeu'ió muy jóveu au carrera artística al lado de tímilio Mario, tíl maestro ds lautos notables acUirdd, y d-iado el primer día so reveló corno uu actor de coucieiicia, cstudiuso, culto y (Ü^no del ^o^uGre ilustro que lli'-va. Pasó ¿«spuis una temporada, dedicado ¿ la zarzue.'a ciiica, yett loa toalroa do lisia va, Maravillas y otros, compartió éxitos y ovaciones con los primeros espudas oa el géuero: coa Julio línin, Bmilio (Jarrerras, dáüobea Castilla, Pepe Itiquolmo, fiüiilio Mesiijo... Mi3 tardo volvió al buen camino y cu oí üüdo teatro do Lara de Madrid, seutó sus reales, Uegaudo á sor alií como uua institución, indiscutiljlc é iuduscutida. No se comprende el teatro de Lara siu la Vaiverde, siu la Pino, sin Jniiaaito tioraca y siu Larra. Larra ha creado iunumerables tipos qua fueron otras tantas creacioues, lia salvado coa su tilonto muchas obras depile-, y ha conseguido esclavizar el éxito á sus plantas. Para algo es un actor notable da veras (hoy que abundan taoto los que lo son solo de nombre) y para algo también es más pn'tmjr actor que muchos primeros quo andan por esos mundos dirigiendo y cobraudo como tales. Larra no es solo un actor excelente. Es también uu literaW que sabe escribir y que Conoce los resortes y los eluctus e-icéoicos. Desde su primera obra, los éxitos se sucedieron unos á utros, y así llegó á (vjuquistarse fama do amar cómico, con obras ootoo Con familia. Dos pájaros de un tiro, El tmes del Hsconat, Stitirsi con la suyi, Jtcfugiiem peealorum, etc. Mora. Galicia eu la Habaua Ha sido nombrado en comisión. Jefe del Negociado de Contribuciones do la luteudeucia üeucral de iíaciccida do la Habana, el conocido gallego Ü. Primo Ortega. Hace más de cincueota y cinco aáos que el Sr. Ortega fué á aquella isla, eu l.i que, durante su juventud, sa consagró á ia euseñanaa, ocupando más tarde puestos iinporUntísimos en su adminisiracióo. Eu Filipinas, también sirvió á sa patria como IntcnJen'eCioneral, yon Puerto Rico ocupó eu dos años el elevado cargo de Consejero. Pocos conocerán como el Sr. Ortega los secretos dé la administración antillana, y pocos sabrán ootnoó! tocar los resortes para hacerla óptima, exceJeutayútil ai listado y á los ciudadanos. El Si-, Ortega es natural de Vigo. Ha tomado posesión do uu cargo importautísiiuo en la Secretaria dol Gobierno general doía Habaua, el señor L). Rafael Casares Q\l, distinguido paisano nuestro qué deserapeilaba el Vicocousulado do España so i^ladolfia. El Sr. Casares es una persona ilustradísima y muy versado éu materias de política y administración. Hereda sus talentos de aquel geoio gallego, co'm pruvinoiano nuestro, que se llamó O. Allomo Cusarfs, uno do los primeros químicos de nuestro siglo. ¡El Etecmo. Sr. D. Pedro Murías, acaba de ser condecorado cou la cruz de Benctlceucía do primera clase.' Les Sros- du Santalla han abierto á sus amigos su nueva morada, conocida entre ios gallegos de ia Habaua cou el nombre de Palacio deSantulla, Con Ut motivo hubo eu éste una animada velada, csclusi va monto gaKo ya, al liual de la cual, uua oomisióu del Centro Gallego hizo eutrega á la distinguida presniotita Sra. Fragüela de Santalla, del título de Socio de honor. Hau llegado á la Habana últimamente prootideutós de la Península, los seuores siguientes: Ei Vioepresideuto del Centro G-allego, 1). Casimiro Lamas, acompasado do su apreciable. familia, U. Camilo G. Vales, acreditado eoioeroiante de Curdeuas. D. Enrique Usal, empleado de Hacienda, hermano del malogrado capiUn dol Trttén y dol celebrado periodista U. Itomualdo. ü. Salustiauo Sardiúa, cou su esposan hijos. D. Juan Orol, condii3¿l<> de la peletería ¡ít liazarintjMs, y del depósito do tabacos y cigarros de Albisu. D. Andrés Méudez consocio dé la pelotería La iloda, de Snn Rafael y Uallauo. ü. Autouio idaseda, admimstraJor quefuódfl¿a Oenéflea. D. Viceuse Lópaz Lorenzo, due&o de la polotería La Isla de Cufia. Don José Díaz, socio de la peletería ¿a Lu cha, establecida eu Aguila y Estrella, y D. Mauuel Feruáudez Uusende, tocal deí Centro y dú ia Beueüoeucia. En la Casa deSaiud La Benéfica, del Centro Gatiego, lian fallecido últimamente: ^ DolaCoruaa: D. Domingo Penedo García, de4S aüos; D. Domingo Fraga Bouza, do 18; D. Cipriano TorresGaláu do ÍÍ5; D. Andrés Pedre Bouza. de 5G¡ D. Manuel Pazos, de 27. De la provincia do Lugo: D. Andrós Hoy Ferreteo, do 19; D. Vicente liamos Feniáude^, do 49; Ü. Manuel Seijo, de 3¿. 151 II dd pasado Uiciombre han unido parasiompro sus dostiuos cou el indisoluble lazo del matrimonio, eu la iglesia del pintoresco barrio doí Vedado, el laborioso joven y paisano nuestro D. Leandro Verdes Otero, y la virtuosa y bella sefiorita Julia Cuervo Herrero. Felicidades. Ha pasado á ocupar el cargo de subdirector do la Sociedad de Beneficencia, vacautjporel fallecimiento del señor Ruiba!, el Sr. 0. Fioreccio Vicente, que ya anteriormente había desempeñado dicho cargo. JBLACIS HOY... " 417 años fueron quemadas eu Sevilla las seis primeras victimas de la XuguisioiCn. Ni necesito consignar sus nombres ui hay tampoco para qué. No me propongo otra cosa que evocar el recuerdo de aquellos tremendos autos de fe, para que pueda establecerse la in¬ mensa diferoiitiia entro aquellos tieai ■ ■posy los nuestros. Digan lo que quieran los panegiristas de la Keiua Catóiica, eu su historia so registran páginas tristes, muy tristes, al lado de otras llenas de riwplautiores y do luz. Fué aquel al tina! do uua Edad Media borrascosa y mal -estudiada aún. Y para que oí íinal de aqudi-;a época de fa liistom corres poudiora á sus comienzos, fué también el reinado de los monarcas católicos uua amalgama de luz y de tinieblas, do grandezas y miserias,. de gloriasy ruindades... ■ Mucho importó á la gloria de España el descubrimieuto de América; gran gloria fué para Isabel y Fernando Ja uuióu nacioual y la conquista de Granada; pero hay que lameatarque al ¡ado de los bimuos do victoria eutouadus eu la ciudad de B jabdil, se destaquen los horribles alaridos de las víctimas do la Inquisición, como hay que iameutar al laio del desprendimiento de la lleíua empeñando aus joyas, eliucomprensible saqueo realizado con los espulsados ju - dios. Hoy los tiempos lian cambiado; los imlios viven en buropa, sin patria y siu liogar, compadecidos tal voz, no perseguidos como doras, y las llamaradas do los autos do fé a [quieren las proporciones de uu mito, de algo fabuloso, de algo que no se comprende... Y sin embargo, /«'■'. Por eso, al recordar la sangrienta efeméride que euoabjza estas lineas, no podemos menos de repetir coa el poeta gallego: ¡Que tm/mf me dice Y íu digo: — ¡Que lempos! FÉLIX JLOSOUBNTOS D£¡ "13 Ei ÉSGIOSf AL,; Augelo Coa su padro vino á Madrid, á compartir su miseria y á consumir los miserables ochavos que le producía la venia de íiguritas d'l barro. Era Angelo uu muchacho de rostro curtido per el sol dol país de Luca y de ensortijada melena y ojos soñadores y negros. Allá, en su tierra, mieutras el padre amasaba y oocía el barro que había de convertirse en graciosas ligurilUs de cwcwaty pastores, ol bueuode Angelo, recorría aldeas y caseríos, tocaudo ia «ampofia al compás del (irmdrai, y recogiendo sondas mouedillas do cobre, que üo eu vano gozaba fama de sor uno de los más diestros pifferari dol país de Luca. Pero aquello dab* poco y aban lonaroa au país. Al abaudunario, el miodo á los fríos del Norte les hizo tomar el camino de España, doude cucoutrabau el mism» sol do Italia, la mis ¡na voüvUaoióu osplóuilidamoiito hermosa, ol mismo cielo azul y trausparouto, aualogas dulzuras do lenguaje y de temperamonto... Ven Madrid entraron. El vendedor de las ñgui illas de-barro, tip>que llegó á sor conocido de todos los paseantes do la Puerta dol Sol y la Carrera de San Jerónimo, dejó á poco esta miserable vida y uua más miserable herencia al pobre Angelo, que en vauo procuró resucitar las habilidades de su progenitor en el arte de dar artística forma al barro cocido. No. Angelo había nacido músico y si antes pudo ayudar ai autor de sus dias, boy, ya sola y abandonado, no acertaba á revolver entre sus manos el maldito barro, que so rebelaba á adquirir las graciosas formas y cautoroos da otros tiempos. Quedábale el recurso de la música. Pero au zampona, que tan gratamente sonaba y tau dulce parecía en los campos de Luca, parecía en las caUes de Madrid, desacordaday áspera. Aquellos aires no conmovían á nadie, aquellas notas eran eróticas en la coronada villa y las tarantelas italianas no alcanzaba a un céntimo de las hermosas mujeres asooiadas á los balcones ni de los impacientes transeúntes. El piaiio de mauub-io, el wais atropellado, id scliotis "■allejcro, ap'astabau y vencían á los poéticos aires italianos. Angelo se onvonció de que debía arnuoonar su z;«in - I poñayla arrinconó. Lo que eu Luca hacía llorar, hacía reír en las calles de Madrid. Cou los miserables cuartejos que aun le quedaban, alquiló uu piano da manubrio, uua de esas desacordadas ca ■ jas que son tormento de los oidos y profanación del arte; pero ¡qué importaba! Aquello ya era otra cosa. Las gentes buscaban la última habanera, eí pasacalle de la .,zarzüola aplaudida , el schotis eu boga, a políca caucauesca queso pegaba a! oido. Eso... eso era lo que había que hacer. Pero Angelo tenía al.na di artista. Tocaba, cí;jio su piauo, por máquina. Nú sabía lo que aquello quería decir ui le importaba; veía que al público le alegraba, que 1» gente lo entendía, que el dinero pasaba á su bolsillo... El nombro estaba satisfecho; el artista no. Su cuerpo, uada !e pedia; su alma, su temperamento , se rebelaban en cambio. Ei quisiera ser uno do aquellos hombros que hacían aquellas cosas , que con aquel coiijuuto de souidos alegran ó ooumuevou á las masas; umnlur en uua palabra. ¡Y é- hubiera inventado! Pero si le dieran su zampona y sus campas do Lu ¬ ca. Ya inventaría él airea que luego sorreríau de boca eu boca y que serían regocijo de las muchachas al baiiur bajo el emparrado. Pero en Madrid, bajo uu cielo que no era el suyo, entre un pueblo de gente abigarrada, siu su zampona ¿qué iba á hacer él? Uua caución, un aire cualquiora [biiouo! Poro ¿como, Dios míof El sabía que es-iS cosas so escriben >-u el papel; pero do eso no sabía ni empezar, tíi pudioj a arreglarse agitjeronndo uu cartouoito do aquellos que él colocaba eu el piauo de manubrio... Pero no, tampoco. Aquello seíabrioa: y era preciso autos consignarel aire, él motivo, la obra CU algo que quedara escrito, en el papel, eu el maldito papel de íbúsica que se presentaba á su m?ute burlón y amenazador, cou sus líneas rectas y uegras semejantes á hilos del telégrafo, como diciénilolc: — Sigue, si^ua estis líneas, sigúelas cou la vista. Las perderás y se perderán ya fuera dal paapel, siu haber logrado entenderlas porque no se hicieron para ti. ¡Estudiar? Augelocroía que la música uo se estudiaba. Que esas cosas fuhan ó no. Era como el tamborilero do Daudot, á quien se le ocurrían los aires, oyendo cantar al ruise&or. Los pájaros son músicos también y su cautar so aprende tj queda. ¿Porque los hombres uu habían iU pode- dejsrsvis obras como los pájaros, siu esfuerzo, siu estudio? La lucha interior que Angelo sostenía, t'ué cada dia eu auiiieiito, más terrible, más avasalladora. Uua ucche, al fiu, se decidió á oucorrarse en su cuarta, con su piauo á solas. Eu uu pedazo de cartón empezó á liacor agujeros y rayas largas, puutitos cuadrados... lo que á elle parecía que debía ser. Las notas largas, entendía él quedebian traducirse eu largos recortes en el cartón. Las notas breves, saltonas,. ligeras, picadas, en una serie do puutos y óvalos meuuditos. Silbaba íu obra, mieutras trabajaba, aquella melodía que á él le parecía sublime, arrobadora, impregnada do dulzura, de sol, de perfumes. Aquéllo no siria io que al público le gustara; pero era lo que el quoria. Eu aquellos aires so fundían las melaucolías del país de Luca cou al ajetrao y el bullicio de ¡as ca lies de Madrid, lira «/30.., era su obra. Terminárala él y viviría tan obscuro y olvidado co'no autos. Puro su ai.'na de artista estiria satisfecha. Al íiu, tras de varias uochas de luchar á solas coa su dolorosa ¡mpoteuoia, logró dejar el pedazo de cartou acribillado de líneas y puntos en ¡as ciialescroia traducir su pensajiiento, su idea. Allílo leía y él lo seguía paso