.4 'üuiuv 6 CAPE DE SALUD Recomendado por todas las eminencias médicas HIGIENICO, AGRADABLE Y ECONOMICO Paquete cuarto de kilo, 50 cts. Id. de octavo de kilo, 25 cts. Marca: M TOU«B DK OBO FABRICANTES Esteban Martines y C, Sevilla. Sé cnctieutra eu Lugo en todos los buenos Ultramarinos, cafés y ccrvecerias. Depositario delusivo en esta oapitaly su provincia 9 DON PEÜKO JtODRIGÜEZ Y KOOHIÍÍÜEZ de SAIZ DE CAELOS CURACION segura del 98 por 100 de los enfermos c rúnicos del esiómago é infetlinos, aunque llenen 25 aflos de sufrimienloa y no hayan encontrado alivio con los demás (rata míen tos. CURA el dolor de estómago, los vomito», tirdores, aeeilia», estreñimiento, diarreas, úlcera del eatúmago, dispepsias y cMarros inííííiiiiÍM. Cura el 'imivo de mar. Ayuda A tus di- ' ^ostiones, abre et npeiilo y tonifica.— MADRID, Serrano, 30, farmacia, y principales lie Espafia y América. "j ¡ SE ADQUIEREN TODOS LOS MODELOS A PESETAS 2'50 SEMANALES Surtido completo en agujas, hilos, sedas y piezas sueltas; máquinas especialus para Sastrería, Zapatería, Gorrería, Guantes y Guarnicionero. WltAXÜHS DESCUENTOS AL. CONTADO Pídanse catálogos ilustrados qxie se dangrátia en la SUCURSAL EN LUGO, 9— REINA— 9 26 COMERCIO -DESTEJIDOS D E ANTONIO CHAIN PALLIN PLAZA MATOH NÚM, 5 (Soportales) Como fin de temporada y con objeto de aligerar existencias para las compras de la estación de verano, se hactj en este comercio un verdadero derroche de géneros, ó precios nunca vistos. He aquí alguno de ellos Lbom para rcitidut de íefiors, en color y no- gro, de 8 £ 4 y 1)2. Pafleteti & cuartua, ea todoa colores do 11 á 7. Jergas, 5 cuartas aucbo, «o aiul, cufá y negro, de 12 ¡5 7. Vicuña*, 7 cunttsí auclio, ea esal y ang.'o, de 20 á la. Kaaon a!godéo, pura forros, in i i 2li0. Vuludilloa, en coluro», do 8 k 6. I'eíuchv, claio superior, en todos ioi colores, de 12 h 3'ílj. Praueias de do» peloj, 4 cuirtia, da 3 i VSO. FfiioulNe estumpidas, in ioJus lüd d.'0, crudo y tuju. Paulatoiu's para seno'», C" crulo y rmoi. I k'in pura caballuro «ti irte'J) ¡Jem, Cain-saa Je franela dv 7, 8, 10, 12 y lü . tía Idilio Oí para cuballeio cu crudo, calor / negros. MHiae p: Plaza Mayornttm. 5 (Soportales), esquina & la calle Doctor Castro. COHFlTISitlA l>M ALEJO MADAERO 13, REINA, 13. - LUGO Besde hoy ae expanden cu tísta confitería esquísitos turrones de Alicante, Cfiji na, Cá'liz, yema, limón, naranja, fruta, avellana, etc. Caprichosas cajas do inizapfm do Toldo, desde dos ¡josetas hasta 50. Bq esta cou&tería so aoaba de recibir do París uu variadísimo surtido en objetos da fantasía, propios para regalos, bodas y bautizos. ■ lu&uidaddejuíj'ietos para niaos, di^le cinco cétititnos hasta cien pesetas. _ Gran surtido en Tinos y licores, tanto aacionales como extranjeros, desde I'30 kasta 12 pesetas botella. Champague do las mejores marcas, chocolates elaborados á brazo. Tartas á la Holandesa (novedad), desde 5 pesotas on adelante. 38 - 22« - el pueblo, no lo «abe eso. pueí/o que murmura y que paraca que pretende escarnecer la momoria daU.'íüós, bastardeando en su imagioaoióu aquol amor nuostro) pura emanación de! cielo. Si tuviora que luchar con un enemiyo conoci'lo y que pudiera sor rendido, yo lo hubiera vencido, poro se trata da todo' un pueblo,' y en todo uu pueblo no puedo yo hacer justicia sin aniquila;lo. Nu alcausa á lauto ol poder humano.' —Ensarna, principo,— preguntó el do Evora—iqué os lo que pretendéis de nosotros? — ¿Que pretendo? Que me ayudéis á vindicar la santa memoria de mi adorada esposa. Que lo quo un tiempo fué socrcty y privado, porque así debía ser, sea hoy notorio y público, porque así debe serlo también. Eso pretendo y eso quiero: nada mas. Que hagáis público mi eniace con la desdichada D." Inéa de Castro. —.Se hará, — afirmó ol de Braga. — No hallo por mi parto ol mecer reparo ou ello, — añadió el de Evora. — ¡Oh! ¡Gracias! ¡Gracias! —sxiiiatnó D. Podro en el <; timo de ia alegría y lioudam juta coumovido.— ¡Gra-cias! De esa manera vindicáis et nombre de una muerta y legáis un nombre á un hijo inocente y huérfano desde la cuna. — Deber nuestro es ol hacerlo así, príncipe, — respondió e! de Braga.— Conocimos bien á do&a loes, y nadio cvmo n.wotro* -o o.nivlolió du K tristo stuirto di aquella mujer, tan digna do compartir cou vos la corona do Portugal. — PágtieoíJ el cielo como yo os lo agradezco'. Y ahora un nuevo favor vov á pediros. — iCuáií — Que bendigáis unos nuevos desposorios. — ¿Quiénes son los contrayentes? . — Uno de ellos lo conoceréis, al otro no. El es nn noble gal ego; se llama D. Tollo de Figueroa. Ella es doña Teresa Lorenzo do Valladares, aquella mujer qus apadrinó mis bodas con I).' Inés de Castro. — ¡Ah, sí! La recuerdo, — añadió el bracarensc. —¿Queréis, pues, bendecir semejante unión?— preguntó el rey de Portugal. —Por mi parte, con mucha complacencia me hallo dispuesto á ello,— dijo el de Evora. ■ — 225 - — ¡Eso uo! Que el pueblo os señale como traidor, de ningún modo. Eso ¡jamás! — Pues de traidor me calilioaría al hacer lo que vos ó esa mujer preteodéis.. ■ — ¡Pobre D." Álttonzal — ¡Pobre Inés! digo yo á mi vez. Y pensad quo de cuanto os llevo hablado, ui una palabra liq.saüdo de mis labios para recordar ¡los agravios hondísimos quícon Coelio y Alvar tongo, liso un. Si do mi solo se tratara, ahora mismo, y solo por complaceros lo pondría en libertad; pues d« osa manera, señora, D.* Inés, desde el cielo que habita, aprobaría mi conducta y me enviaría una sonrisa. Me acuerdo de ella y pretendo imitarla. Ella hubiera perdonado á sus enemigos, á sus asesinos. Yo, por mi parte, los perdono también. Pero debo sorel representante de lajusticia del pueblo. Yo mismo le Íücitó á ella; yo mismo los acaudillé, y cosa es esa que no puedo tan íácilmouto olvidar. Si el pueblo viera (¡ue yo ponía en libertad á esos asesinos, me mediría á mi a! mismo nivel que á ellos. No, eso jamás. —¡Do suerte que debo desengañar á D.* Aldonza de Acevedo? Que no piense ni sueñe en la libertad tan deseada do Coello? — ¿Qué ia vamos á hacer? ¡Todos los asesinos, aun los más indignos, encuentran siempre quienes por ellos intercedan y ponen on nn brete á lajusticia humana! —P aos no iiablomos más do ello. —Decís bien: olvidemos este incidente quo ba venido por uu momento á turbar nuestra dicha. — Pensemos en más risueftas cosas. — Eso es: pensemos en vuestra boda, pensemos en el amor, peusemoíon ladichr. Y aquellos tres aeres entregáronse de nuevo á una conversación, á una plática sienpre dulce y agradable; pensaron on el amor, y de él hablaron largamente, y del porvenir que el cielo propicio reservaba á los dos esposos. Pero hora es ya de dejar este asunto, y pasemos á otros no menos principales ni menos interesantes de nuestro relato.