EDITORIAL J- A N Q I bunes, 9 de dulld.de '1945^ NUM. 8 En la ensenada de San Simón, remanso maravilloso .de la ría de Vigo, uno de los más hermosos paisajes de esta sin igual provincia de Pontevedra, se encuentran los criaderos ostrícolas de Puentesampayo, muy cerca del his:órico puente, en donde las huestes del Mariscal Ney pisoron el polvo de la derrota,, ante el arrojo y valentía de'ías fuerzas de Morillo que, en estrecha amalgama de militares; estudiantes y paisanos, formaron con sus pechos una muralla ante la que se estrellaron los ataques de sus enemigos. Por desgracia se explotan esto:; inapreciables criaderos dr una manera rudimentaria, sin que nadie se haya preocupado de su reproducción, apesar de la gran riqueza que supone para toda esta comarca. ' Es interesante conocer la forma como los marineros recogen la ■ ostra en el banco productor. Unas ve^es lo hacen desde pequeños barcos y valiéndose de un gran rastrillo, que lleva adosada a sus. dientes una red de alambre, parü ir depositando las ostras; otras metiéndose en el agua hasta la cintura. A ésta se le. conoce vulgarmenteJcon el nombre de "marear",, y habla bien claramente de los peligros que supone para la vida y para la salud. Supone tal riqueza et aprovechamiento de U ostra en Puentesampayo, que del producto de su venia se sostienen unas veinte mil personas, de las cuales linas dos mil seiscientas se dedican al trabajo de extracción del molusco, y durante la temporada de la pesca de la ostra, la incomparable ría de San Simón se parece a un verdadero hormiguero de personas;, tal es la cantidad de pequeñas embarcaciones, mujeres, hombres y hasta niños, que se agrupan sobre los bancos productore;. en busca de su único medio de sustento. Resulta verdaderamente curioso que, con ser tan grande e importante, el banco de ostras d(e Puentesampayo, no se halle catalogado como el principal o uno de los principales puntos productores de este molusco en Europa, siendo doloroso que sea casi desconocido en los centros de consumo y aún en revistas y publicaciones técnicas, dándose la singular paradoja que con nombre ele otras regiones se vendan ostras que proceden de Puentesampayo. Por su importancia y por la riqueza que supone para toda esta comarca, bien merece que se dispense: un poco más de protección a los criaderos de ostras de Puentesampayo, procurando en primer lugar ir a una reproducción científica y ordenada y en segundo a una mayor propaganda. DE LA RAZON Y DEL SENTIMIENTO «Homo Homiinis Lupus» El Hombre es la obra más perfecta de la Naturaleza. Dé todo lo que existe, nada en absoluto puede comparársele. Mezclar lo sublime y lo abyecto, sería dar creación ai absurdo»' lo absurdo es la negación de la Razón, que es lo mismo que negar al Hombre, efue es lo mismo que intentar negar a Dios puesto que el Hombre es su obra suprema. Resulta irrealizable el parangón porque el ser humano no es fragmento del mundo en que vivimos, sino inundo pequeño, conjunto único, aislado y penitente que con prisa, fugaz, (la vida de un ser al lado de la Eternidad es solo un soplo), cruza el camino áspero de la Existencia siempie en dirección fija, recta c inevitable, hasta hallar el misterio que en su íiilimidad presiente. No existe la semejanza lógica. Además la vida en sí, no nos pertenece aún cuando la cotisumiinos como cosa propia: es un medio cedido en calidaA de préstamo y nunca un fin querseTios haya dado en propiedad. Ella .nos sirve, pero siempre alejada de nuestro conjunto, sin poder mezclarse en nuestra constitución, ni siquiera, con la facilidad de ofrecernos algo que se nos parezca. De todo lo que en ella hay, ¡nada es digno de comparación con «1 Hombre. Hacerlo era rebajar el alto significado de éste. No descúidemos que el claro luminar del sol huye al cotejo de la pálida luz de una candileja. La superioridad le aisla porque le eleva. En la sabia ordenación de la figura del Hombre, (figura física, puntualizaré), puso la Mano Creadora la exacta expresión de la armonía terrena. Tenemos en el organismo humano, además dé lo que Fray Luis de Granada deefa: *ser como -en los elementos; y vida como' en las plantas; y sentido como en los animales...», el símbolo^ preciso de la marcha del cosmos, marcha incansable y inetódica sobre las ruedas del Tiempo. Todo en el Hombre, hasta su propio movimiento animal, -obedece a la influencia y ■ dirección secreta y firme de las células cerebrales, como todos los movimientos y fenómenos del ¡jlobo habitado son origen de la Causa Suprema-, li'l don de juicio y la ía- ■ cultad de apreciar satisfacciones y dolores morales, son los lazos sagrados que lo utich a Dios y las circ instancias que justifican su in- - exp: ¡cable y un fin cuya definición escí.pa a la inteligencia del propio ser. Por eso también no. admite comparación. Porque su definición es'iucoiicrela. La de lo demás exacta, íl Hombre es -la consecuencia surgida de la n'ada y el absorbimiento definifivo de lo que fué para que vuelva a ser. Es, diremos en expiésión gráficat un puente sin pilares colocado eii el aire de la Existencig.' ■ . . . < ■Caando al principio hacía resaltar, que me refería a la figura física, .era porque pensaba _ calladamente en li forma de los caracteres, que también tienen la suya, forma de líneas acentuadas e inconfundibles y que solo los ojos de la Razón aquilatan con suma sencillez. Con tahUquemás fácil resulta ocultar el defecto físico existente en un «.miembro que la irascibilidad y el egoísmo de un temperamento, aún sabiendo que la Fisiología se interpreta en menos tiempo y con más conciencia y seguridad que el estudio leí psíco-anúlisis. La explicacáción se halla en que el cuerpo pertenece exclusivamente a la tierra: es más vulgar, más sencillo y prosáico, más nuestro y más asequibje para la ficción. El espíritu, emperc, resulta más delicado, más fino y alejado del engaño: su fin es la otra vida, o mejor diré, su continuación. Por eso se presenta más desnudo, al natural, sin mixtificaciones ni sofismas. El malo, malo, yel bueno, bueno. No caben dobleces afinque en ocasiones queramos aludirlas. La experiencia fuente de toda enseñanza es la base de origen de lo d.cho. Pero dejemos ahora está pequeña digresión y volvamos a coger el hilo de nuestro artículo. H iblaba. del Hombre y lo definía. Prodigamos hablando de él. Sabemos que el Hombre piensa. Sab ímos que antes del hecho está sjen pre la idea. Sabemos también que en la Razón brota el Pcnsasamiento. Pero no debemos olvidai' que antes del Pensamiento, debe tocarse el Sentimiento. Porque cuando se piensa sin que alumbre -la luz del Sentimienlo, el resultado licué un nombre trágico: conveniencia. ¿Y qué es la couviencia? La hija pre- SEMANARIO PE POHTEVEPRA Director - Fundador: EMILIO CANDA Redacción y Administración: Joaquín Costa, 8 dilecta del egoisino. Más, al revés resulla, cuando reina el equilibrio. Cuando !a Razón y el Seniiinienio niarchnn acordes, entonces el Pensamiento fluye como en el inana.ilial el agua: límpido, fresco, Iransparcnt.e y puro. Si a esle proceso usto se opone el falso, —la divergencia de estas dos dignas facultades—, ya no es posible el perdón, porque manchar el agua cuando el sediento bebe es un daño que la Razón y el Seníimienlo condenan de un modo inexorable. Tapar ei manantial un crimen que merece, junio con' el duro castigo, el desprecio máximo. Pues ahogar el franco pensamiento es arrebatarle el agua al que padece sed de desierto. Y aprisionarle y eliminarlo es rebelarse contra Dios porque es ¡iitcnfar rectificar su obra. Cuando el hombre nace lleva en sí el soplo divino que es el engendro del Sentimiento. Unida a éslc adquiere la Razón. El. primero le concede supremacía en la tierra e inmorfalídad a su espintu. Y la Razón es l;i baquía que ha de señalar conlínuaniente, siempre atrnida la aguja. por el imán del Sentimiento, el Norte ilimitado del Bien. Juzguemos que la Razón y el Sentimiento fueron conccdidos al Hombre para que en unión, formando una sola fuerza, sean inspiración y causa de todo hecho, que siempre será bueno. Separadas cambian fatalmeníc la misión que se le lia encomendado. Cuando la Razó» actúa sin la colaboración del Scutimienlo, pierde puridad, degenera y se con¬ vierte en fuerza destructora y abominable. Asi también sucede al Sculimieafo cuando procede individualmente. Producido el desequilibrio surge el aborto, la anomalía, lo absurdo, lo extraordinario... ¡Figuro,. Werllier, Nerón, Atiía! Nace el Hombre libre, dueño y señor de su libertad en la tierra, con el santo derecho del Pensamiento justo que es la chispa producida por la Razón y el Sentimiento. Del "Pensamiento justo que viene a ser el Pensamiento innegable. Lanzado a la vida, se imponen los audaces, Salurnos terrestres cuyo afán es comerse a sus lujos, quienes con el Sentimiento adormilado y !a Razón obcecada, realizan los hechos funestos. Surgen entonces las destrucciones devastadoras; se producen las matanzas inhumanas; son un hechopalpable los aiiiquilamieníos sin ¡imite. El Amor, el Bien y la Verdad quedan reducidos a milos ridículos. Triunfa el fango del egoísmo, el' anhelo desmedido del deseo salvaje, la obsesión vesánica de apetitos lucrativos! Vemos que se olvida la Palria, la Religión y la Cultura. Se olvida que la obr« del Hombre ha de íener, para ser buena, dos bases de creación: Razón y Sentimiento. Y se olvida en el paroxismo de esa idiosincrasia y desbarajuste, hundidos hasta el cuello en el cieno , de lo injusto, que Dios desde lo alto todo lo' comcmpla y todo lo juzgará algún día. Es triste pero es verdad: ¡.Homo hominis lupus*. Gudea. SiLiietaS LOGALES" Ojos claros, vivos, dcspicrlos, como su portenlosn inteligencia. ■ • Arraigada fe de cristiano autenticamente. español. Sobrio-, trabajador incansable, poniendo su ciencia y sn penda al servicio ríe la hiiniauidad doliente. "Padre de los pobres'' — segim expresión popular de la genlc humilde que le pro/esa verdadera adoración — arrancados mil veces a la muerte en expertisimas y difíciles intervenciones, cuya ejecución impecable, hizo que. su nombre Iraspasara las fronteras de nuestra patria, para gloria de la ciencia española y orgullo de nuestra ciudad. • Gran señor de ¿a Ciencia y gran Apóstol, de ta caridad, practicadas continuamente sin ostentaciones, sin vanidades mundanas, prodigando el bien material y espiritual con a fable y paternal cariño. Sns manos de artífice, con inigualable maestría, aminoran dolencias y estirpan podredumbres de miembros liumanos roídos por el dolor. , Su ciencia, verdadero sacerdocio, está al servicio de todos los humanos padecimientos, y, su corazón de hombre bueno, prodiga, además, toda su ternura cerca del doliente pobre, al que conforta, anima, socorre y cura. Con sobrados méritos para senlirse orgulloso, jamás prendió en él la vanidad, ni menos aún envenenó su alma el ambiente desaprensivo, mercantilisla, petulante y ruin de tantas iinprovisadas'y modernas "ciencias". Le vemos todos los días pasear por esa gran Avenida de amplios horizontes -—mirando hacia ei infinito — lugar predilecto en sus cortas horas de descanso: humilde, sencillo, afable, tranquilo siempre, con esa tranquila segundad que dá una conciencia limpia y una honradez profesional intachable. ¡Qué admirable ejemplo el de este insigne maestro! Pontevedra algún día — quiera Dios que esté aun muy lejano — recogerá amorosamente la vida ejemplar de este hombre bueno y perpetuará su- memoria. — POli. INTERESES DE LA CIUDAD Sr. D. Emilio Cauda.— Director de CIUDAD. Aprovechando la oportunidad que, el semanario lan dignamente dirigido por usled, ofrece, me permito enviarle esta caria por si tiene a bien publicarla en el mismo. Al observar ía gran afición exisíenfe en esla capital por las Bellas Artes, en cualquiera de sus manifestaciones, y el crecido número de valores que, en el campo estricíamentfc científico/ viven emella, parece increíble que no . haya en la misma una a modo de Cátedra pública que,' como catapulta, sirviese para exponer aquéllas y evidenciar éstos. Me refiero, como fácilmente se comprende, a la carencia de una entidad adecuada, algo así como un Ateneo (el nombre no hace a la cosa), dónde no sólo se celebrasen conferencias, exposiciones, co n - cierfos, etc., sino, además, hubiese diaria sesión de charla amena e instructiva alejada de la amena «chabacanería», como acertadamente califica Ortega y Gasscí a la insulsa c inútil palabrería tan en boga, por la remiión de todos esos valores en lugar apropiado. Los bcneíicios que Pontevedra obtendría de entidad de tal naturaleza, exclusivamente consagrada ai cumpliiuiento de tan elevados fines, parece innecesario ponderarlos. No obstante, haremos una pequeña enumeración con el fin de vencer pasivas resistencias que esta idea pudiera encontrar, mucho más perniciosas que las dimanantes de actuaciones teales y contrarias. Sin duda, hay seres priviletíiados que, por falta de apoyo adecuado, de orientación fija, de medios m>nómicüs, no se atreven a bn^irse en busca de algo superior a su actual existencia, por temer la pérdida del pobre bicucslar que disfrutan. Otros, que, teniendo aquéllos, permanecen en el anónimo por las trágicas consecuencias que acarrea el fracaso ante un público que paga su butaca o consulta. Muchos faltos de asistencia espiritual, sin algo que les deleite, que excite su natural curiosidad por conocer lo desconocido, o del estimulo molnr de su adormecido amor propio, se ia'uan a una vida licenciosa, hundiéndose en el oscuro mar de scusuales placeres, con el fin do acallar los estertórcos gritos de su anímica vida. Y no hablemos de aquellos que, desconociendo en absoluto otra cosa que su diaria faena, de.1— deñan o son irid¡fcjx;nles a todo lo demás que les rodea, como directamente no les afecte. Estos, por no citar oíros muchos que la realidad ofrece, son casos que púdiéramos llamar típicos, y, en mayor o menor grado, se dan en toda Socicdaii, pero disminuyen en gran escala, si no totalmente, cuando hay órganos especiales con fines tan filantrópicos. ¿Cuántos músicos, pintores, poetas, médicos, abogados, químicos, etc., etc., de valía, se cncnenliau ignorados por falta de aquel cenlio donde darse a conocer? ¿Cuántos ven con alarma disminuir sus recursos de tpdn orden por desidia, dormitando tranquilamente a la sombra de adquiridos laureles? Muchos, sin duda; 1" (|iie 110 ocurriría (Termina en la página 5.")