T71 -v- f i, LA f BIMIírÍV^ CASA DB BAÑOS La más antigua de la Cprnña, una de las mejores de JSspafia y la mejor de la Corufla AVENIDA DE BOBISE, 47 (lates BÍMor, B) LA SEGUNDA DE LAS DOS QUE HAY EN BIAZOit En este magnifico Mtibieoiniiento aa 3¡rvín, bajo U diteiciia da reputados faca ¡tu ti? Oí y servidos por bañero*, hieras y pareonal inMligeEte, Baños de agua, do mar, dulce y mézclala, contra el reuma. Cora eficaz Batos de algas: extraído el jugo de éstas por un moderno procedimiento especial de esc&.caaa j deacOQocido en otros balae&nos. Todas las respetables cieaci as Uádicas han reeonoeidoel BAÑO DE ALAAS superior A todos *gj dímia bailoa que hísci ahora ae venían reoomeudindo, para curar loa reurais agudos, por 1» grao uotidad de IODO que condenen. . ■ Pibcios: muy económicos j al alcance de todas las fortunas, por haber sido rebajados los que ¡fgun íu tenor mente, Bañu iníuero-medipinales da Carinllo, Arteijo, Cantis, Lago, La Toji, Oalilelas. 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Como complemento de esta instalación, se ha montado un Gabinete Electroterípico, con todos los aparatos necesarios y mis modernos, para la aplicactóa de este aírente terapéutico en sus diferentes formas, pudiendo hacerse nso de los aparatas electro- estáticos, galvánicos i faridícossegCiu lo exija la enfermedad que ha de tratarse, mí quina dieléctrica de Caire; batería Gaiffé para corrientes coadunas; bobinas especiales para cimentes paradkicas, y toda clase de eie¡tfcdor«s Dirigí este gabiuete el conocido especialista T>. Francisco Aznar. MugniSco departamentu dedicado í Oí mará culi ente; seca; hümeda,baüos rasos y turco-romanos, dirigidos por et reputado médico D. Andrés V¡1¡ abrí lie, , . Se contestan por correo con sal tas facultativas sobre Jlasaage y Sleetroterapia. ' Servicio' de carruajes de la casa i domicilio, á precios muy reducidos. anuales excesivamente módicos. 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José Pedresa tilica, le corresponde percibir por frutos del año corriente en los distritos manicipales de Becerrei y Neira de Jusá. 14 Anunció Se venden varias rentas de centeno que radican en ei Ayuntamiento de esta Capital, y dos pr&doe.sitos en. la parroquia de, San Vicente de Pedrada. En el comercio de Pablo Barreira darán razón. 32 — sisen el mismo sitio donde estaba tendida la madre de Í,qq na, dijo: — Aquí 90 cQificaró ana capilla á la Virgen' de Misericordia... , , . —Y á Nuestra Seüora de !os Dolores,' añadió Leona. En seguida cogió ésta á orillas del arroyo algunas tardías flores de Otoüo, mientras Manuel grave'y pensativo, apoyado en el sauce del que cortarais rama, hacia memoria de toda su vida, — ¡Oh! exclamó de repente abrazando á Leona, tú has sido ol ángel visible que, atravesando' los escabrosos caminos que lie seguido, me has guiado por espacio de veinticinco años desde este punto de donde partí y al que ahora vuelvo. —Y yo, dijo Leona, juróte, duque amadó; qué 'desde las rociones celestes contiuúaró la misión que de Dios recibí al nacer. Observó Manuel á la joven con la misma inquietud que ya experimuntara al verla. Laona, extendida la manó, y débilmente iluminada por el desmayado sol de Otoño, más sémejaba sombra que criatura viviente. Manuel bajó ta cabeza exhalando un suspiro. — tAb¡ empiezas á comprenderme, dijo Leona: no pudiendo ya ser tuya, no teniendo ya fuerzas para permanecer en este mundo, ya solo podía ser de Dios. *' — jLeona! ¡Leona! exclamó el príncipe, ' no era eso lo que en Bruselas y Ecouen me prometiste. ' ' — ¡Oh! cúmpfote más de lo que. te ofrecí,. a'túado duque: habíate ofrecido verte y ser tuy&'tm&vez alañO, 7 no contenta con esto, á fuerza "dé orac;oñe$- he obtenido de Dios la gracia de morir muy pronto 7 de velar por tí. Extremecióse el príncipe cual si al oír estas palabras hubiese sentido en el corazón el frío de la muerte.. —Morir, morir, exclamó; ¿sabes acaso lo que Dios dispondrá cuando mueras? Senrióse Leona y respondió: — No ho descendido á ¡a tumba; pero de ,6113 ha salido una sombra que me ha advertido loque me sucederá. ■ . - —¡Cielos! exclamó Manuel casi espantado, '¿estás en tu juicio, Leona? Capítulo XXXII £1 17 de Noviembre A !s mañanare! 17 de Noviembre apeábase ála puertade una casita de Oíeggio un jinete embozado en una holgada capa y recibía en sus brazos á una dama casi desmayada de alegría, quien se sonrió al notarla interrogadora mirada de su apasionado. El caballero era Manuel Filiberto, y la dáihá, Leona. Aunque apenas hacia cinco meses desde que el duque dejara á Leona en Ecoueu; hallábase muy desmejorada. Esta mudanza. era la que se verificaría en' úna'úor que, acostumbrada al'aire y al sol; la trasladaran de repente á la sombra; la que se obraría en un pájaro', cantor' alado, á quien de pronto enjaularan: la flor 'pbrdería' sús colores y el pájaro sus gorjeos. Las mejitias de Leona estaban pálidas, ¡'sus ojos tris-, tes, y su voz era grave. Pasado el primer nlomento de la dicha de volverá verse, y cruzadas las primeras palá^ bras con las locas prodigalidades de la alegría, fijó 'Manuel una inquieta mirada en la ióven,- cuyo semblante mostraba la funesta huella del dolor; — Ya sé loque bugeas, .Manuel amado, dijo Leona; buscas el paje del du^ue de Saboya, a! alegre compañero de Niza yHesdin; buscas al pobre León Suspiró Manuel, y ella prosiguió con melancólica sonrisa; — León ha muerto y no volverás á verle; péro. queda su hermana' Lebn'a.'á quien legóbl airiory'Ia lealtad que te profesaba. — ¡Ah! ¡Qué me imji'órta! aicla'mó el duque!' Yo amq 4 Leona, y á Leona amaré siempre.'