PERIODICO LIBERAL Año ^-V PRECIOS DE SUSCRIPCION En Ponte?edra; nn mes. nuA ^Meia. — En «c-mbÍDacion con La Cof-respot'dencia de España, tío^ P¡£M$' ta(jS_ provincias" trimestre- vu»U<* |»«r».etan.— Ul^jamar y eitraujt'ro, tnmoatre nue*e ¡M-^r La' Correspondencia w dirigirá al «lirector del periódico. ACCICN Y ADKON.. CALLE ÍERIE,.TRA38 Jucv^ s 24 do Marzo de 1898 ANUNCIOS En tercera ó cuarta plana &[ y lO eénlloios rea pectivamente. según sea, sencilla ó rfoble. Coniunicados y reclamos 9^ y flO céntimos línea respectivamente. E&quelas de defunción tamaño corriente •» p**ieefia* en meviia plana 3tO iííe u. Nüm 4.101 LA PAZ EN CUBA Palabras del Sr. Dolz. La Disensión, de la Habana, Se ha publicado un extenso trabajo, cn el cual se relata — como anticipó el cable - ei juicio que el Sr. Dolz tiene acerca de la cuestión cubana y sus anexas. De dicho trabojo reproducimos las consideraciones que se refieren á los medios para conseguir la pa«í i'Jrt^k fi*161 «'n: ••' ■ c¿Cuáles son los medios mejores y más apropiados para llegar á la Ante todo, el concepto general que del problema se tenga, y en relación con esto, que es fundamental ta gestión directa, constante, sostenida no sólo por el Gobierno, sino por todos los elementos de autoridad y prestigio, sean éstos cuales fueren, sin preferencias ni olvidos, cual corresponden á empeños de carácter esencialmente prácticos, como son siempre este género de inteligencias. La Constitución otorgada á Cuba constituye en realidad un régimen de autonomía colonial todo lo avanzado y todo lo completo que en lo esencial podía desearse; pero no es un régimen ni una Constitución intangible. En él caben ampliaciones, modiñeaciones é importantes mejoras complementarias. Yo estoy cierto de que el Gobier* no y la opinión española á cambio de la paz y en un pacto de paz, no negaría esas ampliaciones ni esas modificaciones y estoy seguro de que el Gobierno insular, llegado el caso, tendría todo género de facilidades para disponer de ese elemento de acción. Dentro del límite natural, ó sea aquel á donde llega la soberanía y el prestigio nacional, hay aún ancho campo á generosas inteligencias, y como para España y para todo Gobernó insular que tenga la responsabilidad del poder y la conciencia de 1° que es un puesto otorgado al hoj?01', ese límite es de todo punto inranqueablc y habría de sobrar vountad para sostenerlo, así también, dentro de su radio, que es la base ündamental del régimen, caben convenciones que aproximen, soluciones concuerden, fórmulas quecubran elaecoro de todos. fambién es de todo punto nece^ri0 sostener con vigor y con auto' ad la afirmación de que el régin¡^otoí-gado no lo ha sido para en ^•Un ^ncro ^e exclusivismos, ni ^ Vlrtud de ninguna especie depri- lóri^ r€Presení:en la- sucesión hisqucCf , la ProPaganda, ni para los Es la autonomía un estado de derecho común, á todos concedido, para que todos sean participes en la responsabilidad y en el disfrute, y el más alto sentido de Gobierno,- y la mayor elevación del ánimo consistirá precisamente en ese amplísimo ci iterio, á cuyo tenor todos se consideren solidarios en la grande obra de un pueblo que toma posesión de sí mismo. Multen los hombres de la ac- Simultáneamente ó en cuanto lo permita el fin principal de realizar la paz, considero como uno de los grandes deberes del Gobierno insular desarrollar y afirmar la autonomía sobre bases fuertes y puras que pueden ser presentadas como modelo al respeto de todos y que produzcan en este país, como lo han producido cn otros, en situaciones análogas, el común fenómeno de que, rendidos á la evidencia y frente á frente de las ventajas y los beneficios de la realidad, se reconozcan los aciertos, se palpen las ventajas y llegue la hora en que resuene el general aplauso para un régimen que la pasión rodeó de tantas sombras. Entre otras cosas, interesa tener sumo cuidado en la creación y organización de una administración muy pura, muy competente *y muy honrada. S. M. la reina, cuando me hizo el honor de recibirme y de hablarme, con la competencia que la distingue, de los asuntos de Cuba, me dió este regio consejo, que yo quisiera consignar con indelebles caracteres: «Por lo mismo que han sido tan vivas, tan amargas y tan constantes las quejas de los cubanos contra la administración pública de la isla, están más obligados á constituir desde el primer momento una administración muy honrada y de gran prestigio y á defender con toda severidad su pureza y su crédito. > Si así no lo hiciésemos, aparte de que fundaríamos sobre deleznable básela rueda principal de la administración propia, daríamos á todos el derecho de pensar que contra aquella inmoralidad del viejo régimen protestábamos porque no éramos nosotros los que la realizaban ni los que disfrutábamos de los frutos del botín. * Finalmente, tengo fe, grande y hermosa fe, en los resultados si á la virtualidad del régimen se une el acierto en la dirección y en los medios. No creo que haya ningún pueblo que se empeñe en suicidarse á todo trance, ni que dedique sus esfuerzos á sacrificarse á sí mismo y á borrar con su propia mano su personalidad y su existencia, cerrando los ojos á la única ocasión que la Historia le ha ofrecido de ser dueño de sí mismo para caer de manera definitiva en la posesión de un pueblo extraño, que habitado por raza poderosa, y como poderosa interesada, borraj ría IR tradición y no dejaría huella^de ¿iltSÍUJ carácter local. De tal modo es esto evidente, que aun descartando todos los caracteres sajones de pueblo que habita los Estados-Unidos, y aun suponiendo á esta nación ocupada por los más suaves, generosos y santos de los moradores, bastaría considerar loque seria un pueblo de setenta millones de habitantes inmensamente rico á tres días de ¡distancia, con su potencia mercantil y económica, gravitando sobre esta pobre y desolada tierra de Cuba, con su escaso millón de hombres, divididos por la pasión, fraccionados por la desorganización social y abrumados por el peso de sus enormes desgracias, para calcular !o que quedaría de esta infortunada isla de Cuba y de los contornos de su personalidad el día cn que, desdeñada una autonomía, que es la afirmación de la existencia propia, se convertiese en la tierra poscida por el coloso Norte.» MAC-KINLEY CALLA El silencio del presidente de la República norteamericana está causando la desesperación de los reporters vocingleros y de los jingos alborotadores. Crece la agitación entre éstos con el furioso empeño de inflamar la opinión, y Mac-Kinley calla. Se aproxima el instante de ser conocido el informe sobre el Maine; instante supremo, según creen los alarmistas; y Mac-Kinley permanece silencioso. Empieza á desarrollarse cn los Estados Unidos otro género de ideas, que no dejan de tener fundamento: cn caso de guerra ofrecía grandes peligros para los norteamericanos la campaña en Cuba, porque la fiebre amarilla, durante el periodo de las lluvias, se cebaría en las tripulacicpes de los buques. La cuestión es de importancia y Mac-Kinley sigue impasible. Este silencio muy propio de un ho nbre de Estado y muy digno de alabanza en el que tiene sobre sus hombros el peso de una responsabilidad terrible, no se aviene con las necesidades de los politicastros yankees ni con el afán desmedido del noticierismo. Los momentos actuales son para lucirse un repórter y como no hay medio de que abra su boca la esfinge de la Casa Blanca hay que dejar efí completa libertad á la fantasía. Mac-Kinley, dicen algunos, aunque cn público guarda silencio, en privado hab a con sus ministros largo y tendido, discutiendo ya, nada menos, que la cuantía y la indemnización que habrá de pedirse á España por la catástrofe del Maine, Está en el carácter yankee reducir en seguida las cuestiones á números y á cantidades de dollars; pero nos parece que no han de ir tan de prisa el presidente y sus secretarios. Y aunque así fuera ¿que? Todas las naciones de Europa están bien preparadas para oir el exabrupto, si llega á estallar. El Sr. Azcárate lo ha dicho en León: «Europa no se explica la actitud sino por móviles bastardos.» No puede ser más bastardo el móvil, si efectivamente, en el retiro de sú gabinete se ocupa ya Mac-Kinley en contar por los dedos cuanto dinero nos va á pedir. Cuanto más pida, mejor: más grande serán el escándalo y la polvareda que levante en todas las naciones del mundo. No; no es posible que se ocupe en esto Mac-Kinley. Es más fácil que medite sobre la manera de salir del atolladero en que le han meúáolos jingoes. . De todas maneras, su silencio es un silencio muy prudente y debe causar más desesperación y mayores precauciones á los jingos que á nosotros. POR EL GLOBO j Is oi^feoa lata- ^ ¿Ktt¿éitl *)fí ftifnxfif i Torpedos luminosos Gracias á la iniciativa del profesor Carlos Monroe, la marina de guerra americana ha realizado la ingeniosa idea de utilizar el fosfuro de calcio para seguir la marcha de un torpedo en los ejercicios de este tiro especial. La estación de torpedos de Nueva-York prepara este fosfuro elevando al rojo, en una retorta de hie* rro, el fosforo en presencia de la cal Medio kilógramo de la materia resultante sumergido en el agua á una profundidad de cinco á seis metros, produce, según noticias una llama de más de 50 centímetros de altura durante más de cinco horas, condiciones que hacen imposible la pérdida de un torpedo de ejercicio. La isla de Robinson A consecuencia de los violentos temblores de tierra ocurridos en el Centro de Chile, Santiago y Valparaíso, ha corrido en Santiago la noticia no desmentida hasta la fecha de que dichos fcenómenos seísmicos habían producido un cataclismo en las islas juan Fernandez perdida en el Pacífico frente las costas de Chile á cuya nación pertenecen. Se cree que han desaparecido estas islas,