PRECIOS DE SUSCRIPCION En Pontevedra; un T oea, «¡asi ^^«íc sa.— Fu^ra rnali*® ?í»-:K linea sencilla. B quelas de defunción tamaño comente 5 en atedia plana M<>% hiem. Núm 4.242 deslryida POR EL GLOBO Los animales que «se beben» C-l curioso caso de embriaguez en M^e se supone han incurrido cientos >' lentos de peces del Pisuergc , pa^ venir á caer en manos de los 0rt mados pescadores, da actuália^ á estas líneas, dedicadas al alCoholisnio en los animales. 15 muy interesante la lectura de un b xtenso cuanto concienzudo tra)0 que una emiriencia científlca granjera, Mr. Wahh, dedica á ese la que hace continuos y mayores ^agos sobre todo entre ¡os que ^ darnos llamar animales de clase rango superior: elefantes, caballos, gl número del New Yor Herald, Hecrado ayer á Madrid, dedica un plemento á hacer una extensa información gráfica del estado ei que e hallaban los buques de la destruida escuadra de Cervera al d a siauiente de la desastrosa jornada del .dejulio. . Cada una de las cuatro paginas ¿el suplemento co itiene difrentes fotografías de los cruceros Colón, Oquendo, Vizcaya y María Teresa, pudiendo apreciarse perfectamente ¡os terribles destrozos causados por la poderosa artillen i yankee. El Colón aparece completamente acostado sobre la banda de estribor, j hasta e! punto de cue los ca iones | de las baterías de ba bor se hal a en posición vertical. El Oquendo y el Vizcaya no son ¡ sino un enorme amontonamien o de I hierros y planchas re;orcidas. E i una i de las bandas del Oqumdo se ven los efectos de un proyectil de 13 pulga- | das. La granada penetró en el interior del buque, destruyendo completamente una de las torres acasama- | tadas. A través del enorme agujero se puede observar el interior de la batería. El Vizcaya se halla en posición vertical; sobre cubierta sólo se elevan incólumes las dos chimineas. A proa, y sobre la línea de flotación una tremenda .brecha atestigua los efectos de la voladura de la cámara de torpedos. De todos los barcos, el que ofrece mejor aspecto es el Maña Teresa; destrozos causados por la artillería en las torres y baterías en mucho menores que en el Oquená') y el Vizcaya. La cubierta se halla tespeJada, pudiendo por esta causa notarse mejor la acción devoradora de las Sarnas en la cubierta y en la obra de ladera. perros, gatos y monos, es decir, aquellos cuya inteligencia alcanza con la domesticidid un mayor grado de desarrollo. Hasia los gatos, en quienes se abía creído hasta el presente un horror manifiesto por las bebidas fuertes, han ofrecido ejemplos de embriaguez. Conviene, empero, hacer constar que tales ejemplos son rarísimos. No así ios demás, que se dejan dominar con deplorable facilidad por una de las pasiones avasalladoras que conoce el bestial ismo: bestialismo humano y animal. Muchos y curiosos casos cita Mr. Walsh; entre ellos merece ser recordado el procedimiento empleado por ios negros para apoderarse de los monos que infestan ciertas regiones africanas y que no obstante el vivir en el más primitivo estado y lejos de la corrupción humana, muestran una afición tan innata como peligrosa por la bebida. En los linderos de los bosques frecuentados por los cuadrumanos, colocan los indígenas recipietues llenos de aguardiente ó de cerveza. No tardan en acudir al cebo, dos, cinco, diez, veinte monos que, sin sospechar, pese á su legendaria astucia, la a dlantez humana, se ponen á beber con tai ansia, que á poco se hallan en la absoluta imposibilidad de distinguir á un congénere suyo de otro animal cualquiera. En esto; el negro, que atisba desde lejos los electos de su estratagema, se acerca sin recatarse, seguro de que los aturdidos bebedores le tomarán sin inconveniente por uno de los suyos. Y en efecto, ninguno de los borrachos p esiente el menor peligro. El negro coje á uno de ellos por la mano y se lo lleva dulcemente, lo cual basta para que un segundo mico se agarre de la mano del primero y luego un tercero del segundo y un cuarto del tercero y así sucesivamente. Un hombre solo puede de esta facü manera arrastrar dos ó tres docenas de monos que, cogidos uno de otro, formando cadena, dando traspiés y apoyándose mutuamente, presentan el más divertido espectáculo que pueda imaginarse. Cuando disipados los vapores alcohólicos, vuelven los inocentes hijos de la selva de su curda, notan con la desesperación consiguiente y entre chiquillos inútiles ¡ay! que con el decoro perdieron también la libertad. Dice también Mr. Walsh que en Nueva Yoik son muchos los carreteros que á guisa de diversión se entretienen en embriagar á sus caballerías. Y muchas de éstas secunden también las intenciones de sus conductores, que con frecuencia se da el caso de pararse en seco un caballo ante una taberna. Y ni con bue¬ nas razones ni con buenos varazos, se les puede obligar á que emprendan de nuevo la marcha: ó se les da un tr agüito de cerveza ó Je allí no se mueven. Los loros cultivan igfualmente el a cojolisrao con verdadero entusiasmo. Vlr. Walsh cuenta, acerca de las pííin as que se administran estos interesantes bichos, anécdotas en extremo chuscas, á las cuales podría añadir por mi parte una observación personal hecha en la calle de Santiago. Hay, en efecto un lorito muy locuaz durante la mañana, pero que después del pienso de medio dia se encierra en un mutismo absoluto y se niega rotundamente á soltar ninguna de sus gracias, como no se le deje meter el pico en un vasito de anis ó de benedictino. Una vez satisfecha su ambición, se ne corno un bendito de Dios y se vuelve el más parlanchín y el más decidor de los loros. Y hasa el más patriótico. Entré a^er en su casa, digo, la casa de su dMño, y lo primero que me dijo fué: .. - KHNO se ha ido todavía Sagasta? GLOUTZ. iúi GALICIA INDUSTRIAL En Puante-Caldeias. — Una fábrica de carburo. Partimos muy de mañana, accediendo á la invitación de aquellos buenos amigos, que son la complacencia viviente. Todo el trayecto hasta Feixas d'a Roca es una decoración que ni soñada. La naturaleza dió en aquel telón inmenso, brochazos magníficos de color y de luz. Se dilata la vista desde aquellas' alturas y hay que enmudecer ante la magestad impotente de 1 las montañas que se levantan para tocar con sus crestas el cielo. Al pié de sus faldas recuéstanse valles siempre alfombrados de verdura, sierras sombrías, prados que ríen melancólicamente, casitas muy blancas en donde parecen esconderse todos los besos de la dicha. El sol está reventando por salir y da coloraciones de nácar al cielo. Este parece congestionado por un incendio que quiere asomar sus llamas por la cima de una montaña jigantesca y pelada que tenemos delante. Andamos unos cuantos pasos más, y cerca ya de las Feixas, asoma el astro y nos da en la cara con su beso brutal de luz. Nada hay comparable á aquello. Es un capricho raro pero hermoso de la naturaleza. Son las Feixas dos montañas inmensas, largas y abruptas, unidas casi por sus faldas, pero dejando un lecho granítico á una co¬ rriente impetuosa de agua que ofrece en tres puntos distintos otros tantos saltos llenos de poesía sublime y atronadora. Un ingeniero industria), inteligente y activo, D. Ramón Laforet, ha visto en aquello una mina copiosa. Los saltos de agua que allí sedesprenden, hoy reducidos á embellecer el paisaje y á interrumpir con su murmullo eterno aquella soledad, van. dentro d i pocos meses, á convertirse en motores de una gran industria, acaso la más importante de cuantas tiene Galicia. Anticipemos que en ella se juegan más de dos millones. Se trata de una fábrica de carburo para la obtención del acetileno, la luz del porvenir. Es la primera que se construye en España, pues el carburo que hoy expenden en Bareslona procede del extrangero. Débense los estudios al ayudante D. [esús Palacios, joven de grandes talentos, que ha dado en esto una prueba de su envidiable inteligencia. Las obras que en Feixas se ejecutan son de una importancia grandísima por el fin trascendental á que tienden y por los peligros inminentes que ofrecen. Allí se trabaja sobre un abismo. Como las aguas habrán de ser llevadas á una distancia de dos kilómetros, precédese á la construcción de un canal faldeando la montaña mayor. Allí, suspendidos casi en el aire, trabajan más de cien hombres, amenazados de muerte. Maravilla aquella inmensidad horrible de • granito amontonado allí por la Providencia, Pero asombra también como la mano del hombre vá destruyendo aquello que parecía inconmovible. La montaña minada por los barrenos, que revientan de minuto en minuto, va desgajándose poco á poco. Moles enormes ruedan desde la altura para dejar paso á la vida y á la industria. Los obreros tendrán que trabajar atados dentro de poco para no rodar también con aquellos enormes pedazos de roca viva. El director de las obras D. José Giannonatti, un italiano muy simpático, convierte las inmediaciones de Feixas en un hospitalillo. Allí se han llevado camillas y botiquines en previsión de cuantas desventuras haya. Nosotros hemos visto el trabajo desde la altura de la montaña. Es un espectáculo admirable. Apenas se ven los hombres. Parecen figurar microscópicas moviéndose en una gran caverna. Solo se oye el ruido de los hierros chocando contra el granito, el estruendo de los barrenos y el rodar de las moles que se des« prenden, ^