PimjOüíco Año XY PRECIOS DE SUSCRIPCION En Peinoevedra; vm mes. «esa» ¡fK-sesuv—Fu Ta Ir© p&pté*j ti Ihmesére adelantadas.— Ultrauiar y" extranjero, tr'mesíif! 'nuprnt^! j»1^* Gaa* mau-. de 25 na moros para los vendedores, 7 i» evnúm.i adelantados. L., Corresponde ti da al director del perió -ic •. ta plana . i sea, seno Viernes 4 de Noviembre rea sea- ^ Comisión de i;) p»z Fl «New-York Herald» y e! «Times» Las'n'zones que ha pocos diasexonía el corresponsal del Times en !ja¿s, citando precedentes de suceS()S análogos en favor de que los Estado3 Unidos ó Cuba libre debían al asumir la soberanía de la isla, encardarse también de las obligaciones financieras ele la misma, han produciÜO gran indignación entre los americanos,- si hornos de juzgar por el tono violento de la réplica que inserta d número del New York Herald, hoy recibido, y de los inconsiderados ataques que dirige, no solo á Mr. Blowitz, sino á la dirección misma del Times y hasta á la prensa francesa que se ha hecho eco, corno no podía menos de suceder, de los argumentos que militan en favor de la tesis sustentada por los comisionados españoles. Para seguir, quizás un procedimiento, en cierto iodo simétrico, con el seguido por el limes, así como el corresponsal de éste habla dicho que tenia su información de «un gran personaje español», el redactor del Herald atribuye la suya á un a nericano, que aunque retirado á la. vida privada, está en contacto con las mejores fuentes de información. Las principales informaciones contenidas en las cuatro columnas que dedica el periódico americano á esponer su contestación, son las siguientes: Los americanos no se limitan eos mo ha dicho el corresponsal del Times, á entregar Memorias escritadeclinando el entrar* en discusión. Las cuatro quintas partes del tiempo empleado en las sesiones— dice— se emplean en discusiones orales en as que los americanos toman la parte que les corresponde. Rechaza luego con indignación la idea de entregar la cuestión de la Deuda cubana á un arbitraje, su ge - rida por el Times. «Si ese es el resultado de la amistad de Inglaterra Por los Estados Unidos— dice — no la necesitamos para nada.» Añ rma que el caso presente es ^nico, y ai negar que ios Estados Unidos hayan ayudado á Inglaterra á pagar parte de la deuda con raída Para sostener la guerra de la Independencia americana; y que el precedente de Texas, citado asimismo por ei Times, tenga aplicación á la cuestión presente, pone de ignora >1 -s á los corresponsales y directores ^e ios principales periódicos ingleses y francests, en una forma que demuestra que la educación del anónimo informante ha sido bastante descuidada, y que el Herald mantiene su ^adición de insertar cuanto le dicen, sin cuidarse de concordarlo con los tratados elementales de urbanidad, in contradicción con lo anterior, reconoce luego que, en efecto, ha Habido casos en que al pasar la sobe- anía de un país á otro, ha sido acompañada del reconocimiento de la deuda, viniendo en rigor á repetir el mismo argumento expuesto tantas veces en favor del reconocimiento de aquella parte de la deuda empleada en beneficio de Cuba. ^ En cuanto á la garantía de las aduanas de Cuba, que podían alegar los tenedóres de esta deuda, Eíspaña puede contestarles que el haber perdido en la guerra la priva ahora de este medio de satisfacerles, y entonces que sí así como el Tesoro español responde subsidiariamente de la deuda de Cuba., hay alguna otra potencia que, á su vez garantice la obligación contraída por España y no habiéndola que se resignen filosóficamente con su suerte. Afirma tranquilamente, y sin aducir prueba alguna, qne la agitación ; de los últimos días en favor de la D juda cubana, solo obedeció á espe- • cüTacionés en Otros valores. Respecto al argumento esgrimido por los comisionados españoles cuan - do dicen que al n n un ciar España á su soberanía en Cuba no ha de ser en favor de alguien, dice que no hay necesidad en este punto más que de atenerse al Protocolo, donde solo se consigna la renuncia y nada más. Los ejemplos que en apoyo de esto cita, ó sea la renuncia de Napoleón en Fontainebieau y la. revolución del 68 en España, que privó del trono á la Reina Isabel, no tiene paridad alguna con el caso actual. Respecto á Filipinas, dice que se atreve á anunciar que los Estados Unidos, fieles al principio de no arriar la bandera donde una vez ha sido izada, se quedarán con Maniia, y que si hacen esto no cometerán el error de no quedarse también con la isla donde Manila está situada. Por lo fíemás, de quedarse con Luzón, espera no se cometerá la equivocación de contentarse con esta sola isla, tratándose de un archi|)¡élago que es indivisible por la situación res[ ecíava de las islas que lo formal . I. i suma, que nadie tiene razón ni .abe derecho internacional, ni procede con reetituci más que los americanos; los demás sin exceptuar sus buenoz amigos los ingleses, son unos ignorantes, y aun éstos se prestan á. que su principal periódico to- hay que resignarse á cargar con todo, accediendo á lo smno á reconocer algo la Deuda. Y el que quiera más imparcialidad y conducta más generosa y magnᬠnima será por empeñsrsa en pedir, gollerías. LUI 11 íldúM Desórdenes en Sao Pablo.— •Prisiones y registros.— La procesión cívica. -Tiros en las calles - Alar ma y confusión. Los periódicos del Brasil dan cuenta de los graves desórdenes producidos en San Fablo por algunos sócialisias y anarquistas, con motivo de haber querido éstos perturbar la conmemoración italiana leí 20 de Septiembre que la numerosa colonia de esta nación celebró con una procesión cívica. En ei momento en que inutilizaban con alquitrán los carteles fijarlos en las paredes por la colonia italiana, invitando á los miembros (íe esa nacionalidad á festejar e 20 de S ptiembre, fueron presos los anarquistas Lamberto Ramengani, Aü'io GeHo, Miguel Gómez Martins, Bonija A! va y Figaldo Loveri. En poder de ellos encontró: una lata de alquitrán y el respectivo pincel, diversos pedazos de zinc con modelos de calaveras en las que se leía también «¡MortelU y varios carteles pequeños que contenían la siguiente leyenda: ¡Obreros, tintos para conquistar la igualdad con el socialismo y la UüHftad con ta anarquia! , Esos carteles habían sido pegados sobre las convocatorias de la colonia italiana. Los cinco anarquistas fueron conducidos á la policía, y con esa medida se esperaba haber prevenido cualquier conflicio. La procesión cívica organizada en la plaza de la Luz desfiló á la una y media de la tarde ante el palacio del Gobierno al son del himno nacionaly de la Marcha Real italiana, siguiendo después en número de 10.000 personas por las calles principales hasta la plaza de la Repúblij ca. Alií c^e había estacionado junto á \ un árbol un pequeño grupo compues! to de diez personas, cuyos rostros I revelaban gran agitación. Entre | ellas se encontraba Esteban Estrella, corredor de aquella plaza y conocido socialista. M acercarse la manifestación, del pequeño grupo, que 'se componía de anarquistas, partieron gritos sediciosos. Destiló entonces sin novedad !a primera parte de la columna hasta el momento en que pasaba la «Unione Meridionele Italiana.» Entonces mm 4.286 los gritos aumentaron, acompañados de gestos amenazadores. La Asociación antes mencionada detiene la marcha y levantando bien alto su estandarte, ordena á. la banda de música dei regimiento de Caballería de la brigada de policía que toque la Marcha Real. Del grupo parlen entonces eitos: gritos: «Evviva la rivolucione sociaie.» «Abasso i giacobini italiani. » «Abasso i patrioti del 20 de Sepítembre» y otros parecidos. Los socios de la «Uniune Meridionalei reaccionan coneja esa provocación e inesperadamente se oyen nueve detonaciones de revólver La confusión, que se produjo fué enorme. Las sociedades bajan sus estandartes y e pueblo corre en todas direcciones, mientras suenan otros tiros siendo de notarse qu~ justamente á esa hora salían los alumnos del Jardín de la Infancia, de la Escuela .viouelo y de la Escuda Norma;. Los que formaban parte del gru\ po provocador traiaron, natura Imjin-. [ te, de evadirse, siendo el Sr. Estrella i uno de los primeros en ponerse á salvo. Detrás de él corrían los de la columna y muchos otros que asistían á su pasaje. En las ventanas las familias se mostraban aterrorizadas. Frente al consulado de Italia se reprodujo la misma escena de la plaza de la República, Algunos anarquistas protestaban de ios festejos', trabándose también uu conflicto, que, sin e nbargo, no tuvo ia gravedad dei anterior. Guando los anarquistas emprendieron la fuga, cerca de 300 personas se p tibien, n a pet seguirlos encarnizadamente, disparando sus revólveres y pistolas. En ia calle Victoria fué aprehen - dido un italiano que, según indicaciones de ios que iban delante, pertenecía al grupo anarquista. Al ser preso, el pueblo lo atrepelló, dando gritos con ia intención de lincharlo, lo que pudo fenzaience evitar la- policía. Apesar de eso, el preso recibió muchos garrotazos. En la plaza de xArruche, el pre^o fué agredido de nuevo, recibiendo un tiro en la cabeza. Otro anarquista recibió también Es de notar que apesar de los muchos tiros que se dispararon, solo I fueron heridos dos individuos.