Castela a Nova era unha rexión histórica castelá, que comprendía aproximadamente as actuais provincias de Cidade Real, Cuenca, Guadalaxara, Madrid e Toledo. Estaba formada, basicamente, polas comarcas históricas de La Alcarria, La Sierra e A Mancha, e estaba delimitada por Castela a Vella polo norte, Aragón e Valencia ó leste, Murcia e Andalucía polo sur, e Estremadura polo oeste
Castilla la Nueva es el nombre de una de las antiguas regiones españolas anteriores a la actual división en comunidades autónomas. Abarcaba las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid y Toledo. Albacete, que tiempo después pasaría a formar parte de Castilla la Mancha junto con las provincias antes mencionadas salvo Madrid, pertenecía en esta época a la Región de Murcia. Anteriormente a la división provincial de Javier de Burgos de 1833, gran parte del norte y del oeste de la actual provincia de Albacete pertenecía a la provincia de Cuenca (concretamente varias localidades del norte de Albacete, como Jorquera, La Roda o Villalgordo del Júcar) o a la provincia de La Mancha (como por ejemplo Alcaraz, Villarrobledo u Ossa de Montiel), y por tanto se incluía en Castilla la Nueva, mientras que el resto pertenecía al reino de Murcia, en cuya región histórica se incluyó a partir de entonces. Además, tras los reajustes de la división provincial de 1833 realizados en las dos décadas siguientes los municipios de Villena y Sax pertenecientes a la provincia de Albacete fueron asignados a la provincia de Alicante, en tanto que las tierras de la meseta de Requena-Utiel (hasta entonces provincia de Cuenca) pasó a formar parte de la provincia de Valencia. Junto a la antigua región de Castilla la Vieja, de la que la separa el Sistema Central, la región de Castilla la Nueva formaba la región histórica de Castilla.Los orígenes de Castilla la Nueva estuvieron en la Taifa de Toledo, reino musulmán conquistado a partir de la toma de Toledo en 1085 por el rey Alfonso VI de León y Castilla e incorporado como Reino de Toledo a las posesiones del rey de Castilla y León. Castilla la Nueva, igual que la mayor parte de las demás regiones históricas, no tuvo ninguna dimensión institucional más allá de su aparición de su nombre en los mapas. Su existencia teórica no suponía ninguna unidad jurisdiccional ni circunscripción de ningún tipo, ni en el Antiguo Régimen (donde las unidades administrativas fueron los corregimientos e intendencias) ni en el Estado liberal (que creó la definitiva división en provincias). Tampoco fue objeto de ningún proceso autonómico durante la Segunda República Española (periodo en que se constituyó la autonomía de Cataluña y se impulsaron las del País Vasco y Galicia). El franquismo, que revirtió todos esos procesos, no dio a las regiones históricas, ni por tanto a Castilla la Nueva, ningún papel aparte de su aprendizaje escolar, la revalorización de algunas tradiciones folclóricas (trajes y danzas regionales) o la estructura territorial de algunas federaciones y competiciones deportivas. La Constitución española de 1978, aunque hacía referencia tanto a los términos de 'región' como el de 'provincia', preveía una estructura territorial llamada 'comunidad autónoma', en donde los dirigentes provinciales deberían realizar un proceso (denominado preautonómico) de constitución en dichos entes autonómicos, a partir de las siguientes elecciones generales y sobre todo las municipales de 1979, que constituyeron diputaciones provinciales basadas en los concejales obtenidos por los distintos partidos políticos en los nuevos ayuntamientos democráticos. La antigua región de Castilla la Nueva no fue tomada en consideración: la provincia de Madrid se transformó en una comunidad uniprovincial (Comunidad de Madrid), mientras que las restantes cuatro provincias junto con la de Albacete constituyeron la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha
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